miércoles, 27 de junio de 2007

Propiedades desconocidas del agua

Propiedades desconocidas del agua Los científicos «ortodoxos» no consideran que el agua pueda tener cualidades diferentes a las conocidas. Pero, según diversas investigaciones, el agua posee «memoria» y, tratada con determinadas técnicas, puede ser depurada y devuelta a su estado energético natural, lo que significa que los mares y ríos contaminados recobrarían su estado de limpieza y que el agua que bebemos podría tener propiedades curativas. Artículo de Robert Goodman publicado en el núm. 123 de Año / Cero. El agua es, sin duda, la sustancia más importante para la existencia de vida en nuestro planeta. Los pueblos de la antigüedad veneraban a las aguas de ríos y océanos, rodeándolas de todo tipo de mitos y leyendas. Sin embargo, la mayoría de los países desarrollados consume hoy ingentes cantidades de este precioso líquido del que se han ido olvidando sus propiedades revitalizantes, al igual que los ritos que la representaban, quizá porque sale a borbotones de los grifos, sin esfuerzo por parte de los consumidores. Pero varios investigadores han estado estudiando las propiedades del agua en las últimas décadas e intentan llegar a soluciones viables para revitalizar las aguas contaminadas, ya procedan de las grandes ciudades o de vertidos industriales incontrolados en algunos tramos de ríos. Por otra parte, todavía son insuficientes las leyes que se intentan sacar adelante en muchos países para proteger a las aguas de una actividad que puede que un día se tipifique como delito grave. Otra amenaza a la que hay que hacer frente en estos tiempos es la posible privatización de las reservas de agua. Esta iniciativa asfixiará, aún más si cabe, las economías del Tercer Mundo, que en muchos casos tienen que hacer frente a sequías de larga duración. Por lo tanto, devolver al agua su estado de pureza y vitalidad se ha convertido en una tarea urgente, ya que el agua potable puede alcanzar precios superiores a los del petróleo en pocos años. Sea como fuere, es necesario que todos tengamos más información sobre este elemento tan esencial y para ello es conveniente examinar desde diversas perspectivas, sean ortodoxas o no, algunas de sus características y finalidades. La memoria del agua La opinión científica convencional no acepta propiedades de las sustancias más allá de su reproducibilidad, ignorando las que no cuadran en las leyes físicas y químicas establecidas. Por tanto, desde el punto de vista de los científicos ortodoxos se ignora una importantísima característica del agua: su capacidad de «memorizar», a la que hasta hace poco apenas se le ha dedicado una atención marginal. En esta línea, investigadora se mueven los doctores Benveniste (Francia), Ludwig y Schweitzer (Alemania), quienes han encontrado evidencias científicas de que el agua se comporta como un grabador líquido que puede recibir, memorizar y transmitir las vibraciones electromagnéticas. Cada molécula de agua, al poseer un polo positivo y otro negativo, actuaría como un pequeño imán y se «adhiere» a sus moléculas vecinas, formando clusters (grupos) de varios cientos de moléculas. Estos clusters son estructuras muy delicadas y sensibles a las influencias vibratorias y en ellos se encierra, según algunos científicos, esta memorización de información. La capacidad del agua de ser afectada por las vibraciones está estrechamente relacionada con la homeopatía, una terapia alternativa basada en el principio de que una sustancia, incluso diluida hasta desaparecer, no pierde sus propiedades curativas. La homeopatía funciona gracias a la facultad de memorizar que tienen los clusters, en los que permanece «grabada» la información terapéutica de que se trate. Cuando se ingiere un remedio homeopático, el cuerpo recibe las propiedades originales del producto inicial y el paciente responde como si se tratara de la sustancia utilizada para preparar el remedio. Este fenómeno fue demostrado por el equipo del profesor Benveniste en Francia en los años 80 bajo condiciones estrictamente científicas y confirmado luego por otros investigadores de cinco universidades diferentes. De todos modos, el experimento generó mucha polémica y finalmente sus conclusiones no fueron aceptadas. Lo que el profesor Benveniste quería demostrar era que si el agua es sensible a las huellas vibracionales de sustancias medicinales, también lo es respecto a los contaminantes ambientales y a los productos químicos usados en su pretendida depuración. Si esto es así, cabe preguntarse si se transferirá esta información al ser humano cuando ingiera agua «potable». La respuesta parece ser afirmativa si consideramos las investigaciones del Dr. Wolfang Ludwig, cuyos ensayos muestran que no sólo los contaminantes físicos dañan el agua al entrar en contacto con ella, sino que la «información contaminadora» se graba en los clusters y permanece allí incluso después de la depuración. Tendríamos que volver a plantearnos entonces todo el sistema actual de limpieza de residuos, por ineficaz e inadecuado. La ley de la implosión A principios del siglo XX, el investigador austriaco Víctor Schauberger descubrió un principio que gobierna todos los procesos naturales: la «implosión», un movimiento vorticial gracias al cual se regula la temperatura y densidad del agua en los cauces naturales y se mantiene toda su pureza. Dicho principio se opone al de la «explosión», que es el que utilizan las industrias de todo el mundo para suministrar energía y que se basa en la combustión de sustancias, lo que produce contaminación. Schauberger acertó sobre el peligro que suponía el uso industrial de una energía que él consideraba antinatural y dijo, en relación con la implosión, estas proféticas palabras: «Nuestros científicos están manejando la materia de una manera errónea. Sus tecnologías y su interferencia con la naturaleza van en detrimento nuestro y del planeta». Mucho después de su muerte, algunos investigadores han conseguido reproducir sus trabajos, logrando construir unos dispositivos que, al parecer, devuelven al agua su pureza original, liberándola de la «memoria negativa» que adquiere debido a los sucesivos tratamientos y a los vertidos inadecuados. Entre estos investigadores están: el austriaco N. Johannes Grander, inventor de una máquina que revitaliza el agua potable del grifo y la de los ríos contaminados; Dolly Knight, médica homeópata británica; y Jonathan Stromberg, geólogo alemán. De su colaboración surgió en 1997 el CIR, Centre of Implosion Research (Centro de Investigación sobre Implosión), con sede en Devon (Inglaterra). Allí han recreado el Vortex Energiser (VE) o vórtice energético, un dispositivo de cobre en forma de espiral que se llena de agua implosionada, o sea, de agua de grifo que ha pasado por un aparato patentado por Schauberger y que revitaliza el agua, devolviéndole su estructura original. Knight y Stromberg le han dado a su invento el nombre de «antena cósmica» y afirman que su mera proximidad a la toma de agua de una casa es suficiente para que el agua suministrada por dicha toma capte la frecuencia del agua del VE y se impregne de su pureza. También dicen que beber agua tratada de esta manera tiene propiedades curativas. El doctor Patrick Flannagan ha aplicado las teorías de Schauberger al flujo del agua y ha producido unos minerales micronizados que serían la esencia del agua tornada por los Hunza, una tribu del Karakorum paquistaní cuyos miembros no conocen las enfermedades y superan generalmente los 100 años de edad. Fuente de vida Drunvalo Melchizedec, uno de los gurús norteamericanos de la Nueva Era, ha incluido en su página web un artículo titulado Agua: la fuente de la vida, en el que, sin hacer referencia a Schauberger, menciona uno de sus descubrimientos: el del proceso de desestructuración del agua, que se produce cuando se la obliga a fluir por tuberías a presión, en vez de dejarla seguir su movimiento natural en espirales. Haciéndose eco del trabajo de otros investigadores, Drunvalo dice que toda el agua que usamos está desestructurada y, por lo tanto, es insana. Siguiendo esta línea, investigadores de diversos países anuncian periódicamente el descubrimiento de diferentes técnicas capaces de transformar, purificar y depurar el agua, aunque en la mayoría de los casos son incapaces de demostrar fehacientemente la realidad de sus afirmaciones. El sentido común siempre ha sido reacio a creer en la existencia de panaceas y menos si prometen resultados poco menos que milagrosos. Mientras se comprueban estas afirmaciones es mejor estar alerta, rechazar falsos atajos a ninguna parte y establecer pautas de conducta ecológica para que el agua sea verdaderamente un bien al alcance de todos, es decir, de las generaciones actuales y de las futuras.
¿Por qué funciona la homeopatía? La homeopatía ha sido desde sus comienzos, hace dos siglos, un sistema médico controvertido. Descansa sobre la premisa de que una persona enferma puede ser tratada con un medicamento que produzca síntomas similares en una persona sana y los ingredientes activos se administran en dosis altamente diluidas para eliminar la toxicidad. El hecho de que los remedios estén tan diluidos que no queden siquiera moléculas de la sustancia original es algo que incluso en la actualidad resulta inverosímil y produce desconcierto en la comunidad científica. Pese a ello, los resultados de experimentos recientes en laboratorio, así como la investigación clínica llevada a cabo con una metodología apropiada, han conseguido desafiar la idea de que tales sustancias no pueden ejercer un efecto biológico. Experimentos científicos La teoría de la «memoria del agua» que tan ferozmente fue atacada por la ciencia médica ortodoxa a finales de los años ochenta, cuando fue propuesta por Jacques Benveniste, ha sido de nuevo retomada para explicar el modo de acción de las diluciones ultramoleculares. En 2003, Louis Rey, por ejemplo, avanzó en la revista Physica que el agua es capaz de almacenar información relativa a sustancias con las que ha estado previamente en contacto y, por consiguiente, trasmite esta información a los biosistemas presensibilizados con ellas. Al parecer, el proceso se genera mediante modificaciones estructurales del agua, análogas al almacenamiento de información por medios magnéticos. Los experimentos de Rey han demostrado que la función de la homeopatía es más energética que química. Otra investigación realizada por Adam Sacks en los años ochenta, mediante resonancia magnética nuclear, ya había mostrado que los 23 remedios y potencias homeopáticas distintas probadas tuvieron diferentes lecturas de actividad submolecular, mientras que los placebos no ofrecieron ese resultado. Cualquiera que sea su modo de acción, hay crecientes testimonios de que las diluciones homeopáticas ejercen un efecto demostrable en los organismos vivos examinados bajo condiciones de laboratorio. Así, los alemanes Brack, Strube, Stolz y Decker observaron en 2003 un efecto inhibitorio en la bacteria vibrio fischeri con diluciones ultraelevadas de diclorofenol, una de las sustancias contaminantes en cuanto a toxicidad se refiere. Algunos de los análisis de homeopatía realizados no han arrojado resultados tan concluyentes, pero en general han mostrado mayores beneficios que los aportados por placebos. Mientras las investigaciones no dejan de sucederse en medicina general, odontología y veterinaria, un número creciente de médicos del Reino Unido, resto de Europa, Australia, Estados Unidos, India y América Latina (es muy popular en México) practican la homeopatía. En España, tras la reciente aprobación por la Generalitat de Cataluña de un decreto que regula el sector de las terapias naturales (sólo en esta comunidad autónoma engloba 3.500 establecimientos, más de 5.000 profesionales y 60 escuelas de terapias naturales), es de esperar que la homeopatía siga ganando adeptos y termine por ser incluida en el sistema sanitario oficial, como ocurre en el Reino Unido donde, impulsada por el apoyo de la familia real, su práctica se incluyó en el Servicio Nacional de Salud el mismo año de su fundación: en 1948. Fuente: Año Cero Autor: Isabela Herranz
¿Por qué funciona la homeopatía? La homeopatía ha sido desde sus comienzos, hace dos siglos, un sistema médico controvertido. Descansa sobre la premisa de que una persona enferma puede ser tratada con un medicamento que produzca síntomas similares en una persona sana y los ingredientes activos se administran en dosis altamente diluidas para eliminar la toxicidad. El hecho de que los remedios estén tan diluidos que no queden siquiera moléculas de la sustancia original es algo que incluso en la actualidad resulta inverosímil y produce desconcierto en la comunidad científica. Pese a ello, los resultados de experimentos recientes en laboratorio, así como la investigación clínica llevada a cabo con una metodología apropiada, han conseguido desafiar la idea de que tales sustancias no pueden ejercer un efecto biológico. Experimentos científicos La teoría de la «memoria del agua» que tan ferozmente fue atacada por la ciencia médica ortodoxa a finales de los años ochenta, cuando fue propuesta por Jacques Benveniste, ha sido de nuevo retomada para explicar el modo de acción de las diluciones ultramoleculares. En 2003, Louis Rey, por ejemplo, avanzó en la revista Physica que el agua es capaz de almacenar información relativa a sustancias con las que ha estado previamente en contacto y, por consiguiente, trasmite esta información a los biosistemas presensibilizados con ellas. Al parecer, el proceso se genera mediante modificaciones estructurales del agua, análogas al almacenamiento de información por medios magnéticos. Los experimentos de Rey han demostrado que la función de la homeopatía es más energética que química. Otra investigación realizada por Adam Sacks en los años ochenta, mediante resonancia magnética nuclear, ya había mostrado que los 23 remedios y potencias homeopáticas distintas probadas tuvieron diferentes lecturas de actividad submolecular, mientras que los placebos no ofrecieron ese resultado. Cualquiera que sea su modo de acción, hay crecientes testimonios de que las diluciones homeopáticas ejercen un efecto demostrable en los organismos vivos examinados bajo condiciones de laboratorio. Así, los alemanes Brack, Strube, Stolz y Decker observaron en 2003 un efecto inhibitorio en la bacteria vibrio fischeri con diluciones ultraelevadas de diclorofenol, una de las sustancias contaminantes en cuanto a toxicidad se refiere. Algunos de los análisis de homeopatía realizados no han arrojado resultados tan concluyentes, pero en general han mostrado mayores beneficios que los aportados por placebos. Mientras las investigaciones no dejan de sucederse en medicina general, odontología y veterinaria, un número creciente de médicos del Reino Unido, resto de Europa, Australia, Estados Unidos, India y América Latina (es muy popular en México) practican la homeopatía. En España, tras la reciente aprobación por la Generalitat de Cataluña de un decreto que regula el sector de las terapias naturales (sólo en esta comunidad autónoma engloba 3.500 establecimientos, más de 5.000 profesionales y 60 escuelas de terapias naturales), es de esperar que la homeopatía siga ganando adeptos y termine por ser incluida en el sistema sanitario oficial, como ocurre en el Reino Unido donde, impulsada por el apoyo de la familia real, su práctica se incluyó en el Servicio Nacional de Salud el mismo año de su fundación: en 1948. Fuente: Año Cero Autor: Isabela Herranz

1 comentario:

tallyajacox dijo...

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